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ÁNGEL SÁNCHEZ – EL ÁNGEL DE LAS ESTRELLAS

TRIUNFADORES: NEW YORK. Su mamá trabajaba como costurera en Valera (su pueblo en Venezuela) y él era su mejor asistente. En 1984, Ángel Sánchez se graduó como arquitecto –y alcanzó a ejercer durante dos años–, pero no pudo con la demora que implicaba construir un edificio. Entonces se lanzó al diseño y, más pronto de lo que pensaba, el mundo de la moda en su país le dio la bienvenida.

Luego, en busca de nuevos horizontes, pasó de ser un diseñador respetado y aplaudido en Caracas, a ser un completo desconocido en Nueva York. Hasta que triunfó y de qué manera. Esta es la historia del diseñador que logró forjar una marca de sofisticación y que hoy viste a Eva Longoria, Sandra Bullock, Taylor Swift, Meryl Streep y Thalía.

La diferencia entre el joven de finales de los 80 que se presentaba a casa llena en Quinta La Esmeralda en Caracas a beneficio de Invedin y él de hoy es que ahora hay menos sueños, más conciencia, indagación y sobre todo más conocimiento del negocio. Cambio las montañas los andes venezolanos por los enormes rascacielos de New York… En 1997, Ángel Sánchez Couture S.A fue abierto para demostrarle al mundo su habilidad y visión arquitectónica para crear vestidos de precisión técnica y de calidad impecable.

La prensa lo ha catalogado como “una brillante estrella en la galaxia suramericana”, comparación que no escapa de la realidad. Ángel Sánchez pertenece a la casta de diseñadores que defiende la perfección insustituible y atemporal de la costura clásica. A éste trujillano no le importa las tendencias o el momento, él sigue manteniéndose fiel a sus ideales y combina el arte del artesanal con toques modernos propios del siglo XXI.

En 1994 –momento en el que debutó en Estados Unidos con sus diseños–, pasó de ser un diseñador respetado y aplaudido en Caracas, a ser un completo desconocido en Nueva York. La competencia era voraz y la calidad de los diseñadores en la Gran Manzana, intimidante. La pelea por encontrar su lugar en el mundo de la moda resultó durísima.

De aquella etapa Angel confesó; “una de las cosas que más me costaba entender era hacer mi propia lavandería. Me decía: ¿Qué necesidad tengo de lavar mi ropa sucia en la lavandería, cuando en Venezuela tenía una señora de servicio que me cuidaba?, ¿qué necesidad tengo de montarme en el metro al lado de gente tan agresiva y que me confronte mis propias necesidades cuando en Venezuela tenía mi chofer?, ¿qué necesidad tengo de estar totalmente solo cuando en Venezuela tenía la casa llena?”. Todas esas cosas tan cotidianas y tan tontas, si no las manejas, si tus aspiraciones, tus sueños, tu meta no son suficientemente sólidas, si no tienes ese norte, no aguantas”.

Luego de veintitres años de conquistar la meca de la moda se ha apartado un poco del escenario para fortalecer su compañía. “Fue una decisión inteligente porque la moda no es sólo lo que la gente ve en la pasarela, sino la calidad de los servicios que ofreces”. Estrechar alianzas con tiendas por departamentos como Neiman Marcus, Bergdorf Goodman y Saks Fifth dio solidez para que este trujillano confiara más en su talento. Hoy sus piezas se venden en Londres, México, Hong Kong, Canadá y el Medio Oriente.

Su vida social gira en torno a su profesión. “Es difícil separar mi vida de mi carrera. No me quejo, pero eso es lo que más me ha pegado”. Sobra nostalgia en su voz, más no arrepentimiento, porque sabe que era necesario estar en Manhattan para entender el mundo de la moda desde sus entrañas. “Era preciso hacerlo si quería continuar mi carrera. Me daba vergüenza regresarme con el rabo entre las piernas. Cuando sentía que iba a tirar la toalla, me daba vergüenza, mucha vergüenza, y seguía aguantando palo. ¡Menos mal que aguanté!.”

Lleva una vida tranquila que nadie pensaría podría tener alguien que se mueve entre las estrellas. “Aquí, si no te organizas te puede consumir la locura de la ciudad”. Trabaja duro en la semana y se trasnocha poco. “Los fines de semana me voy a Hudson, al norte de Nueva York, donde tengo mi cabaña de los años 40 a orillas de un pequeño lago”. Allí disfruta arreglando el jardín, leyendo, sin hacer una actividad específica y, aunque tiene su pareja, muchas veces prefiere la soledad.

“No me considero obsesivo, pero sí puntual y exigente. Viene de mi formación como arquitecto, mi manera de trabajar es tan evidente en mis creaciones, especialmente en mi inclinación por líneas precisas y arquitectónicas. Quiero explorar mi punto de vista de ropa para hombres, lanzar un perfume, publicar un libro donde se vea la evolución de mi trabajo y sirva como ejemplo para los nuevos talentos”.